Como siempre que se rompe
un reloj de arena,
se me han pegado
los segundos a los tobillos
y no hay manguerazo que los arranque.
El salón, al correr de los chiquillos,
se llenará de horas muertas
y habrá que regresar a Madrid
para dejar de masticar minutos en el gazpacho.
Huir de la playa y coger camino de vuelta.
Huir o volver a la orilla,
sentarse embadurnándote de tranquilidad,
pegar los cristales del reloj
y tratar de meter de nuevo cada grano de arena
con paciencia y todo el tiempo del mundo.
Simplemente hermoso!
Jo, mil gracias! A seguir escribiendo!
¡Qué preciosidad de poema! Es un placer regresar y seguiré haciéndolo porque he de confesar que me tienes enganchada a tus letras…
Un abrazo
Hala, ya me has alegrado el miércoles con tus palabras, Miss Poessía. A ver si saco tiempo de una maldita vez y puedo meterme en tu blog como mandan los cánones. Un besote!
Tranquilo, no hay ninguna prisa ni ninguna obligación, yo con haber pasado por aquí ya estoy más que satisfecha 😉